Tener un co-founder para llevar el proceso de crear una startup no es solo una decisión laboral estratégica, también es como un matrimonio. Requiere confianza, compromiso, visión compartida y la habilidad de enfrentar los retos y la montaña rusa de emociones, juntos.
En Caricaco Ventures tenemos el privilegio de poder ver de cerca diferentes tipos de sociedades, cómo se desenvuelven y cómo manejan los retos. Por eso queremos presentarles tres historias de personas cercanas sobre sus sociedades y recomendaciones para llevarlas.
Cada una de estas historias es diferente: desde la conexión personal que permite superar los obstáculos, hasta la mezcla de talentos que impulsa la innovación y el crecimiento. Veamos cómo estos 3 emprendedores han desarrollado sus startups con el mismo objetivo: construir algo grande, juntos — en sociedad.
“Un socio fundamental” — Amadeo Quirós, Presidente de Caricaco
He tenido la suerte de contar con buenos socios a lo largo de mi vida. Aunque la mayoría de las relaciones han sido positivas, también he experimentado algunas más complicadas.
En la vida no hay reglas para nada, pero si tengo que decir cuál ha sido mi mayor error con socios ese es no haberlos conocido suficientemente bien desde el inicio.
También, existen muchos tipos de sociedades: algunas en las que todos los socios trabajan en la empresa, otras en las que solo uno lo hace y algunas en las que ninguno. Sin importar el tipo de socios que sean, lo más importante es que compartan valores y reglas claras.
Para mí, los elementos fundamentales que se deben de compartir y sobre los que hay que tener claridad son: pensar a largo plazo, transparencia, humildad, reglas claras, buena comunicación, definir el riesgo, compromiso, lealtad, y respeto mutuo.
Hoy quiero hablarles de un socio al que admiro muchísimo, Marco Occhi. Es un italiano-costarricense multifacético: emprendedor, profesor de educación física, músico y un verdadero loco brillante. Hace años, tuvimos la oportunidad de invertir en su empresa de turismo, Interbus, y fue una gran sorpresa conocer a la persona que estaba detrás. Marco resultó ser uno de esos capitanes únicos de los que se aprende mucho, y su energía y visión han sido la clave del éxito en esta transacción.
Desde el primer día, Marco se ha puesto la camiseta y ha sido un socio ejemplar, pero fue durante la pandemia cuando realmente demostró lo que significa ser un verdadero socio. Compramos la empresa en 2018, y Marco tenía la opción de vender su participación en cualquier momento, calculada sobre un múltiplo de los últimos 12 meses. Cuando llegó el COVID y las ventas se desplomaron a cero, pensé: “Aquí Marco se va”, porque era el momento perfecto para salirse. ¿Y saben qué? No solo no vendió, sino que decidió asumir el rol de CEO interino sin cobrar un centavo, para sacar la empresa adelante. Ese gesto, para mí, fue una verdadera muestra de caballerosidad y compromiso. Hoy, la empresa está mejor que en la época pre-COVID, y nada me alegra más que ver cómo a Marco le ha servido quedarse. En las buenas y en las malas, ha demostrado ser el socio ideal.
“Mi socio es mi pareja” — Irene Rosich, Co-fundadora de Harvie
Para mí, tener un socio no es solo una alianza de negocio; es una extensión de mi vida misma.
Muchas veces, la gente no entiende el nivel de sacrificio que implica desarrollar una startup, yo veo ese sacrificio como algo inevitable. En una startup, es imposible separar los sacrificios del trabajo de la vida personal. Hay momentos en los que toca trabajar muchísimo, y eso afecta la vida de pareja. Si estoy en una relación donde la otra persona entiende por qué estoy metida de lleno en esto, el camino se hace mucho más llevadero.
En este sentido, he tenido mucha suerte con Gary, mi co-fundador y mi esposo. En los momentos más intensos, como cuando estamos levantando capital o lanzando un producto, ambos estamos “a full.” Nos toca dedicar horas extras y comprometernos en serio. Yo sé que en otras parejas, esto podría crear resentimiento, pero Gary lo entiende y más bien lo agradezco, porque trabaja igual de duro, sabiendo que también es nuestro proyecto en común. Esa comprensión mutua hace toda la diferencia.
He visto amigas con esposos en startups que no logran entender este nivel de sacrificio y no comprenden por qué su pareja trabaja tanto. En nuestro caso, siento que tener a mi pareja como co-founder es una gran ventaja. El compromiso que tenemos va más allá del negocio: es un compromiso de vida, de familia, de nuestras hijas. Esto significa que cualquier desacuerdo o problema en la empresa lo enfrentamos juntos, porque nuestra relación está por encima de cualquier reto laboral.
Eso no significa que siempre haya sido fácil. Uno de nuestros mayores errores al principio fue no separar las finanzas personales de las del negocio. Con nuestra primera empresa, fue un desastre; la economía de la casa era la misma que la de la empresa. Aprender de ese error nos enseñó a poner límites claros y a definir roles. También aprendimos lo valioso que es confiar en las habilidades del otro y respetar sus decisiones; al igual que en una pareja, la autonomía en cada rol es lo que fortalece nuestra relación como socios.
Hoy, tengo más claro que nunca lo que se necesita para encontrar el co-founder ideal. Primero, tiene que haber un compromiso a largo plazo, como en un matrimonio. Esto es un proyecto de vida, y el compromiso tiene que ser el de resolver los problemas que surjan, hasta el final. La segunda clave es que ambos estén en etapas de vida similares. He visto cómo otros founders enfrentan obstáculos cuando sus co-founders están en situaciones de vida muy diferentes —sea en temas de familia, estado financiero o nivel de experiencia— y eso eventualmente impacta el negocio.
La verdad es que, en los primeros años de una startup, la demanda de tiempo y energía es tan intensa que tu co-founder tiene que entender y vivir la misma realidad. Esa sincronía y visión compartida son, para mí, la base de una sociedad exitosa. Porque, al final, construir una startup es también construir una vida juntos.
“Sociedad en manada” — Juan Carlos García, Co-fundador y COO de Boxful
Para nosotros, tener más de un socio en Boxful ha sido la clave para nuestro éxito.
La historia de cómo llegamos a trabajar juntos es casi una coincidencia. Roger y Salvador ya se conocían desde hace tiempo: Roger fue mentor de Salvador cuando él tenía su startup de food delivery, “Get.” A partir de ahí, se hicieron grandes amigos. Por esa misma época, Jaime y yo estábamos trabajando en una startup que utilizaba un chatbot para crear tiendas en línea y vender productos por redes sociales. En un evento conocimos a Salvador, y decidimos hacer una alianza para ofrecer nuestros servicios a sus clientes. Esa colaboración fue una revelación: descubrimos que trabajábamos increíblemente bien juntos y que compartíamos una visión similar como emprendedores.
Así que, cuando fundamos Boxful, unirnos los cuatro fue prácticamente una decisión natural. Más que socios, somos amigos, y el aporte de cada uno ha sido esencial para el crecimiento que hemos alcanzado. Cada uno de nosotros trae algo único a la mesa y como somos varios, traemos mucho talento que ha sido fundamental en nuestro recorrido hasta ahora.
Cada uno de nosotros tiene habilidades complementarias. Roger tiene una experiencia profunda en el sector logístico; Salvador ya había fundado varias startups exitosas y entiende el ecosistema de manera excepcional. Jaime y yo, por nuestra parte, siempre hemos tenido una visión tecnológica muy clara y una experiencia técnica que complementa perfectamente los servicios de Boxful. Sabíamos que iniciar una startup es un desafío enorme, y al trabajar juntos, nuestras probabilidades de éxito aumentaban significativamente. Además, contar con una estructura de cuatro fundadores nos permite abordar diferentes áreas del negocio sin que uno solo tenga que cargar con todo.
Para nosotros, lo más importante en una sociedad con varios fundadores es dejar el ego de lado. Cuando tomamos decisiones, no buscamos quién tiene la razón; nos importa que la decisión sea la mejor para Boxful. Esta mentalidad nos mantiene enfocados y permite que las críticas entre nosotros sean constructivas. Sabemos que todos estamos aquí con un mismo objetivo: convertir a Boxful en el primer unicornio centroamericano. Cada conversación, cada desacuerdo y cada esfuerzo se orientan hacia ese sueño común, y eso hace que cada desafío valga la pena.
Lecciones para tu relación de socio
Cada relación de socios tiene su propia naturaleza, estilo y dinámica. También cada sociedad tiene diferentes necesidades y retos. Aún así, de estas y todas las sociedades que hemos visto, podemos extraer algunos principios que hacen que la relación genere más frutos que asperezas.
Estos son algunos puntos para analizar si están buscando o ya tienen un co-founder en su emprendimiento:
- Compromiso a largo plazo: Emprender con un socio requiere un compromiso que va más allá de los momentos de diversión, creatividad y celebrar logros. El compromiso a resolver los problemas juntos, resolver diferencias en puntos de vista y superar las dificultades es esencial.
- Complementariedad de habilidades y experiencia: Tener habilidades, fortalezas y debilidades complementarias en un equipo fundador es un activo para tu startup. Es importante asegurar que cada socio aporte algo único y que se puedan aprovechar las diferencias para que el todo sume más que las partes.
- Comunicación abierta y dejar el ego en la puerta: Crear algo que nunca se ha creado antes es complejo. Desde poder articular ideas que no sabemos cómo comunicar, hasta tomar decisiones clave que van a definir el rumbo del proyecto — una startup necesita poner el bien del proyecto encima de cualquier deseo personal. La honestidad y el respeto son necesarios para estas conversaciones.
- Estar en la misma página de vida: Estar en una fase similar en la vida personal ayuda a que los socios entiendan los sacrificios que implica emprender y puedan vivir una experiencia más alineada a las expectativas.
- Separación clara de roles: Definir desde el inicio quién se ocupa de qué, cómo se toman decisiones y quién lidera los diferentes aspectos del proyecto es clave para evitar malentendidos y asegurar que todo opera de la manera más fluida.
Estas historias son evidencia que el éxito de una startup no depende solo del producto o la tecnología, sino también de la relación que se construye entre quienes lideran el proyecto. Como en un matrimonio, la clave está en el respeto mutuo, el compromiso y la capacidad de aprender y crecer juntos. Con un socio adecuado, los retos de construir algo desde cero se convierten en una experiencia compartida a la que todos están aportando lo mejor que tienen y llevan a la startup mucho más lejos de lo que cualquiera podría alcanzar en solitario.
Se puede emprender en solitario, claro. De hecho muchos fundadores de startups han tenido malas experiencias con socios y deciden no volver a tener, pero no recomendamos este camino. En Caricaco Ventures, así como en todos los fondos de inversión, analizamos la fortaleza de los equipos y si tienen las habilidades necesarias para desarrollar su proyecto — aquí es donde tener socios y crear relaciones de valor con ellos se convierte en una habilidad fundamental.